Viajar a Marruecos y participar en el Rally de coches VW Challenge define la gran diferencia entre hacer turismo y viajar. Estos conceptos todos los hemos oído alguna vez, incluso seguro que los hemos comentado, pero creo que no tomamos verdadera conciencia de la diferencia hasta que escogemos para nuestras vacaciones la opción del “camino difícil”. Ese camino donde a veces puedes ir solo y encontrarte con problemas que tú mismo habrás de resolver; o donde también puedes ir en compañía de otros lunáticos del motor a vivir una aventura, y trabajar mano a mano con tu compañero de ruta.

Correr en la VW Challenge me ha permitido conocer otra realidad de las muchas que existen en este mundo: otra cultura, conocer pueblos recónditos, otra manera de vivir, otros olores… Lo que yo llamo el Marruecos profundo.

Este Rally se caracteriza por su espíritu solidario y que no es una carrera de competición. Se corre con el modelo Volkswagen Golf y derivados. Tiene como objetivo atravesar el país de norte a sur hasta llegar a la meta, un lugar frecuentado tanto de viajeros, de aficionados al 4×4 y además de fotógrafos como yo: el Desierto del Sáhara, el desierto por antonomasia.

Los problemas llegaron el primer día de aventura cuando a nuestra osa Golfa, Alberto y a mí, se nos quedaron las llaves dentro del coche en un repostaje. Estábamos en Valencia bajando hacia Algeciras para cruzar El Estrecho. No diré quién fue el culpable, pero no fuimos ni yo ni el peluche ;). Esto fue el preludio de lo que se nos venía encima ya que entre Murcia y Granada nuestro Golf IV prefirió retirarse, gripó el motor y nos quedamos sin coche antes de llegar a Marruecos…. ¡Bonita manera de empezar una aventura en coche, si ya no tienes coche antes de empezar!

Cruzada la frontera y reubicados en los coches de otros participantes, tuvimos que esperar hasta el segundo día para volver a pilotar nuestro propio bólido. Fue la organización del evento quien nos cedió un Dacia Dokker. Sí, no era un VW y eso nos convirtió en el patito feo… pero los amigos que hicimos en el Rally, nos acogieron como uno más.

En Marruecos los pequeños detalles cogen un protagonismo vital. Lo que en nuestra vida diaria es algo inherente a nuestras rutinas cotidianas, en Marruecos pueden ser la ilusión de un niño o la sorpresa de un anciano por igual. En el primer caso, recuerdo la ilusión de los niños como la mejor de las satisfacciones personales; ver sus caras cuando les dábamos pequeños detalles como una pistola de agua o ropa, gestos que aquí no suponen nada, allí es impagable. En el segundo caso, recuerdo el rostro desgastado del tiempo de un anciano montado sobre un carruaje antiguo. Era complicado encontrar una mueca de sorpresa entre tanta arruga cuando le pedimos posar para una foto, pero si era fácil discernir amabilidad y trasparencia en su mirada.

En Marruecos el tiempo se para y los sentidos se agudizan, hasta el punto de ver cosas que hasta ahora no éramos capaces de ver en nuestras sociedades frenéticas que no dejan tiempo al pequeño detalle. Una puesta de Sol, un niño jugando en una plaza, un silencio envuelto por el ir venir de la fina arena del desierto, unas montañas gigantes que te abrazan, el trasiego de los puestos de comida en plena calle…

En mi retina recuerdo una parada que hicimos en un valle con un pequeño embalse. Los colores marrones y verdes se entrelazaban con el azul cálido del cielo. Allí, mi compañero y yo, manos en los bolsillos y mirada al horizonte, contemplábamos aquella belleza en silencio, cobrando la realidad de lo que estábamos a punto de disfrutar; era la primera etapa de la Challenge.

Recuerdo nuestro primer pinchazo, estábamos en un desfiladero, rodeado de las imponentes montañas del Atlas y abocados a un río, pero nos sentíamos felices y tranquilos. En Marruecos y en la VW Challenge la sensación es que nada puede salir mal y, si sale, siempre habrá alguien que, con hospitalidad y compañerismo, te sacará del embrollo y te reconducirá de nuevo a la senda. Nos vimos rodeados rápidamente de compañeros que nos ayudaron a cambiar la rueda. Las risas, la solidaridad y el buen rollo son los hilos de este Rally.

Otro de los factores que ayudan a esta mágica aventura, son los mecánicos algo improvisados que te encuentras en cualquier lugar y que con herramientas algo rudimentarias consiguen apañar al coche para seguir adelante. Unas bridas, un hierro soldado…cualquier cosa sirve para que el coche siga la aventura.

Marruecos te envuelve; su hospitalidad, su efecto anacrónico que detiene el tiempo, sus gentes maravillosas y la magia de este Rally, hace de esta aventura un mar de aventuras, donde lo de menos es quedar primero o último, lo importante es la gente y dejar su huella en esta VW Challenge, una huella imborrable con el paso del tiempo que nunca olvidaremos.

Un fotógrafo en Marruecos se vuelve loco, no sabe qué fotografiar. Todo es distinto… las caras, las calles, las tiendas, los edificios… ¿Mi mejor recomendación sobre el equipo a llevar? Si eres amante de las focales fijas, mejor esta vez llevar una focal variable de 24 a 70mm, tienes muchas fotos distintas en todos los ángulos, si no te hartarás de cambiar de óptica.

Sin duda lo que más nos gustó del viaje es Merzouga a las puertas del mencionado Desierto del Sahara. El paisaje es simplemente espectacular y abrumador. Cualquier hora es buena para fotografiar, da igual la luz… si es de día o de noche… aunque sea con el móvil obtendrás una bonita estampa para tener un recuerdo del momento que estás viviendo.

Doy gracias a los amigos que hice en el camino, Dani’s, Sergio, Parra, Javi, Eric, Jordi, Sergi y muchos más…. Por haber hecho mágicos esos días de convivencia y especialmente a mi compañero Alberto por soportarme y ayudarme a redactar estas líneas.

Categorías: Viajes

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